ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA PANDEMIA
Marvin Herrera Araya
ANTES de la pandemia la preocupación de los costarricenses estaba centrada en los serios
problemas sociales y económicos: el desempleo (12,4%), la informalidad (46%), la pobreza
(22%), falta de vivienda, el déficit fiscal muy cercano al 7%, la deuda pública al 60% del PIB, el
elevado costo de la vida, incluida la canasta básica. También, centrada en cuestiones de
naturaleza ética. Estos asuntos éticos y los indicadores sociales y económicos generaron
importantes y fuertes cuestionamientos al gobierno, aumentados por el fallido intento de
oficializar la UPAD, encargada de espiar la privacidad de los costarricenses, sin faltar
descalificaciones a quienes nos gobiernan. Fue evidente la bajísima calificación popular del
Presidente y del PAC. A esto, deben sumarse: contradicciones entre autoridades del gobierno y
entre estas y el Presidente Alvarado, frecuentes renuncias y cambios de ministros,
viceministros y otros funcionarios de gobierno, descoordinación e improvisaciones en el Poder
Ejecutivo.
DURANTE este complicado y oscuro escenario aparece el coronavirus a escala mundial y llega
a nuestro país con los perjudiciales efectos que conocemos y sufrimos. Respecto al manejo
oficial de la crisis sanitaria hay opiniones favorables, reconocimientos, y se ha confiado en la
veracidad de los datos oficiales; particularmente, se aplaude el consciente y educado
comportamiento mayoritario de la gente, respecto al cumplimiento de los protocolos y las
restricciones sanitarias; sin ignorar las críticas de aquéllos que cuestionan estas últimas.
En la pandemia, sin duda alguna, sobresale la fortaleza, la solidez, de nuestro sistema de salud
y de seguridad social, cuyas raíces surgen y adquieren profundidad humanista en la sociedad
costarricense, en el gobierno del Doctor Rafael Ángel Calderón Guardia (1940-1944), con su
grande y singular Reforma Social, mediante la cual inaugura, para beneficio de todos los
costarricenses, el Estado Social de Derecho en Costa Rica; también se reconoce la invaluable
contribución de instituciones de salud, ciencia, tecnología y educación, en capital humano y
cognitivo, en investigación y salud pública. Felizmente, la Caja Costarricense de Seguro Social
(CCSS) se lleva la mayoría de las medallas de oro, por lo que es grato escuchar voces,
incluidas las de la Asamblea Legislativa, que la defienden de intentos de privatización y claman
porque el Estado y las empresas morosas le paguen sus deudas. Estas oportunas reacciones
en favor de la emblemática CCSS trae confianza y esperanza para los miles de habitantes,
nacionales y extranjeros, de este bendecido país, quienes a diario concurren a ebais, clínicas,
hospitales en busca de atención médica. ¡Privatización enterrada!
En la crisis de la pandemia, hemos tenido de todo: el gobierno aprovechando las conferencias
de prensa para salir del hueco descalificador en que se encontraba, por lo que ha recibido
severas críticas; presionando para obtener el máximo de ingresos económicos, por créditos,
donaciones y exprimiendo más a los asalariados, sin real apoyo de la banca, ni tocar fuertes
capitales ni grandes empresas evasoras o elusoras. La diluida oposición buscando cómo
pescar y alcanzar protagonismo político, presente también en el trámite del presupuesto
extraordinario, con que el gobierno atenderá urgentes necesidades sociales, causadas por la
pandemia. Los productores, comerciantes y turismo clamando por la flexibilización de las
regulaciones y miles de desempleados e independientes recurriendo al Estado para obtener
subsidios prometidos por el Gobierno. ¿Enfrentados al dilema: vidas o economía?
DESPUÉS de la pandemia se puede suponer, sin ser adivino, que el desempleo subirá
estrepitosamente, así como la pobreza y la informalidad. En lo económico, según el Banco
Central, viviremos tiempos difíciles y distintos, pues, sin duda, se agravarán el déficit fiscal y la
deuda pública, tanto por realidades domésticas como por tener una pequeña economía
dependiente de grandes economías como la del norte y la europea, hoy en crisis. Estas
predicciones causan gran preocupación, alarma y temor en nuestra sociedad.
La política electoral ya asomó las manos, se adelantó al 2021, pues el gobierno- PAC lanzó sus
dados; consecuentemente, se volverá a retomar el caso de la UPAD, el hueco fiscal de
Guillermo Solís, la crisis social y económica empeorada, la deuda con la CCSS, los
cuestionamientos al tren eléctrico y lámparas delatoras en nuestras carreteras, la ética
“pacqueana”; esto y más será aprovechado por Tirios y Troyanos para “jalar agua a sus
molinos partidarios o personales”. A la luz de la solidaridad, fraternidad, justicia social y el bien
común, habrá proselitismo, publicidad y discursos políticos. Serán escenarios montados para
ganar las elecciones y posiciones políticas. Bien podría decirse que es el “juego democrático”;
sin embargo, hacer política electoral aprovechándose de las dolorosas secuelas de la
pandemia, no es ético ni digno, mucho menos cristiano.
Esperemos que los planteamientos de los partidos contendientes en las próximas elecciones
estén dirigidos a reactivar la debilitada economía de Costa Rica, fortalecer nuestro Estado
Democrático y Social de Derecho e impulsar una “economía de bien común”, como se plantea
en el marco del humanismo cristiano.
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