Priorizar, ahorrar, restructurar y crear confianza, medidas urgentes
para reactivar la economía
Rafael Ángel Calderón Fournier. Expresidente de la República 1990-1994. rac1949@hotmail.com
No es la primera vez que nuestro país enfrenta una crisis económica,
pero en esta oportunidad se ve agravada por una emergencia de salud a nivel
mundial que obliga a las autoridades a tomar en consideración variables que van
más allá del factor meramente económico.
No se puede minimizar el impacto socioeconómico que estamos enfrentando
y mucho menos, no tomar las previsiones para enfrentar las amenazas que se
ciernen sobre nuestra economía.
La recuperación económica y la atención a las necesidades sociales van
de la mano y en ese sentido el gobierno, a través de las autoridades del Ministerio
de Salud, la Caja Costarricense de Seguro Social y el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, han tomado medidas acertadas, pero costosas, para lograr
mitigar y contener el impacto de la Pandemia y, al mismo tiempo, atender las
necesidades de aquellos que han quedado desprotegidos y sin ingresos a través
del Bono Proteger.
Pero, ¿Hasta cuándo podremos seguir financiando el sector público con
déficit fiscales tan altos? La repuesta no puede ser solo nuevos impuestos,
pues la situación económica de empresas, negocios y la de los ciudadanos es
cada vez más precaria.
Es innegable que el mayor reto que enfrenta el gobierno es poder
planificar para un futuro que sigue siendo incierto, pues no sabemos a ciencia
cierta cuánto tiempo más durará la emergencia de salud y hasta dónde podremos
mantener el ritmo de apertura sin que haya un retroceso en el contagio.
Lo cierto es que la Pandemia nos llegó en el peor momento, con un déficit
fiscal muy alto y con tasas de desempleo muy elevadas. Ambos factores ya
de por si difíciles de subsanar por una administración.
De acuerdo con la proyección que nos ofrecen los economistas, la
situación se agravará para fin de año, el déficit fiscal podría superar el
equivalente al 10% del PIB y el desempleo podría oscilar, según algunos
analistas, entre un 20% y un 30%, porcentajes que no recuerdo haber visto en el
país jamás. Como consecuencia de esta preocupante situación, es predecible que
la inseguridad aumente, así como la pobreza, la mala distribución del ingreso y
la riqueza, la desnutrición y el descenso en la escolaridad, todo lo cual
afectará, mayormente, a las clases menos favorecidas.
Parece inevitable el incumplimiento de pago de nuestra deuda, interna y
externa, lo cual traerá graves consecuencias para nuestra ya de por sí
deteriorada situación económica, con efectos muy graves en las tasas de interés
y el financiamiento futuros.
Mi mayor preocupación, sin embargo, está que en que percibo, en algunos
sectores del gobierno, una miopía con respecto a la crisis que estamos
viviendo, pues, por una parte, se resiste a reducir el gasto público y, por
otra, se sigue adelante con una gran cantidad de nuevos proyectos de
infraestructura en la obra pública y la Seguridad Social, cuando es evidente
que no tenemos recursos para ejecutarlos, a menos que se recurra a nuevos
endeudamientos que, a mediano plazo, serán una carga más para nuestra endeble
economía.
Comprendo la importancia de dichas obras y el deseo del gobierno de
mejorar una infraestructura que ha estado en espera de renovación por muchos
años, pero hay que actuar con cautela. Vivimos una crisis económica, tal
vez la más grave que ha vivido el país en su historia y se prolongará por mucho
más tiempo a menos que fijemos prioridades y busquemos aquellas vías que nos
permitan, responsablemente, ejecutar los proyectos pendientes. Una
de esas vías debe ser recurrir a la Concesión de Obra Pública, que ayudaría a
crear empleos y reactivar el sector de la construcción. Debo insistir en que
aquellas obras que no puedan ser concesionadas deberán ser pospuestas.
El Estado no tiene muchas opciones por las cuales transitar, es
indispensable que el gobierno haga un esfuerzo por contener el gasto público,
hacer una reingeniería de las instituciones y recurrir a las nuevas tecnologías
para construir un Estado más ágil y eficiente, capaz de re enrumbarnos al
camino del desarrollo. También, es fundamental que el Gobierno genere
suficiente confianza para que empresarios y consumidores aumenten su nivel de
gastos e inversiones para crear ingresos y mejores salarios.
La próxima Administración enfrentará una situación verdaderamente
inédita y será necesario el concurso de todos los partidos políticos de
ideología centro humanista para llevar a cabo un verdadero gobierno de unidad
nacional, capaz de hacer a un lado intereses particulares y gremiales para
vislumbrar juntos el futuro de nuestro país.
Ruego a Dios ilumine a los
dirigentes políticos para que, desde ya, comiencen la reconstrucción de nuestra
economía, logrando acuerdos y anteponiendo el interés superior de los
costarricenses.
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